El sobre
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Esta mañana me he despertado por un golpe muy fuerte en la puerta de mi casa. Me he levantado de la cama y he caminado hasta la puerta. He mirado por la mirilla, pero no he visto a nadie.
He pensado ”Deben ser niños jugando por las escaleras.”
He regresado a la cama y he visto que en ella había sangre. Me he asustado.
Entonces alguien ha tocado la puerta de nuevo.
“Tengo timbre. ¿Por qué tocan la puerta?”, me he preguntado.
He mirado otra vez a mi cama. ¿Por qué había sangre? He mirado al techo. El techo estaba limpio. La sangre no venía de ahí. A mí no me dolía nada.
He ido a la puerta y he mirado otra vez por la mirilla. Tampoco había nadie. Esta vez he abierto la puerta y he mirado mejor. Seguía sin haber nadie, pero en el suelo había un sobre blanco con una mancha roja. Me he agachado y he cogido el sobre. Luego he cerrado la puerta.
Dentro había algo blando y caliente. Me he manchado los dedos con aquello rojo que salía del sobre. Me he sentado y lo he abierto.
¡Dentro había una oreja humana!
Me he levantado y he corrido hasta el baño. Allí he encontrado muchas cosas que no eran mías, había sangre en el suelo. Me he mirado al espejo y he visto que me faltaba la oreja derecha. Alguien me había cortado la oreja mientras dormía. ¿Cómo podía ser? La oreja no me dolía.
Entonces he llamado a la policía y a una ambulancia. La ambulancia me ha llevado al hospital y allí me ha puesto la oreja en su sitio. La policía me ha contado que hay un loco que entra en las casas por la noche con cloroformo y un bisturí y corta una oreja a sus víctimas. Hasta el momento ya ha cortado once orejas.
Luego he vuelto a casa con mi oreja en su sitio y un susto de muerte. He desayunado y luego me he sentado en el sofá y he mirado la tele para distraerme. Al rato alguien ha lopeado la puerta. Yo me he levantado con cuchillo en la mano y he caminado hacia la puerta. He mirado por la mirilla. No había nadie. He abierto la puerta con cuidado y he encontrado otro sobre en el suelo. Lo he cogido y he cerrado rápidamente. Me he sentado y he abierto el sobre. Me he puesto las manos en la cabeza para comprobar que los ojos, las orejas y la nariz estaban en su sitio. Esta vez dentro del sobre solo había una nota. La nota ponía:
“ESA NO ERA TU OREJA”